Se escoge un joven,virgen, se le hace montar en pelo sobre un potro, absolutamente negro, también virgen; se lleva al joven y el caballo al cementerio; ellos se pasean sobre todas las fosas. Aquella sobre la cual el animal rehusa pasar, a pesar de los golpes de espuela que se le dan, se considera que está encerrando a un vampiro. Se abre esta fosa, y se encuentra un cadáver tan bello y tan fresco como si fuera un hombre tranquilamente dormido. Se corta, de un golpe de hacha, el cuello de este cadáver; sale sangre abundantemente, de la más bella y de la más roja, o al menos se cree verla así. Una vez hecho esto, se vuelve a colocar el vampiro en su fosa, y se puede asegurar que desde ese momento la enfermedad cesa, y todos aquellos que habían sido atacados recobran sus fuerzas, poco a poco, como la gente que escapa de una larga enfermedad agotadora.
Extraído de "Tratado Sobre los Vampiros" del gran Augustin Dom Calmet.